La Copa América de 2015 logró algo pocas veces visto en Sudamérica y en Uruguay: que la mayoría del continente esté a favor de Argentina. La idea generalizada de que hubo arbitrajes que favorecieron a Chile, sumado a la desesperación por dar una vuelta olímpica de un país que nunca ganó nada en materia futbolística, hace que los albicelestes sean los favoritos del público latino.

Particularmente en Uruguay se suma el episodio vivido por Edinson Cavani, la sanción a Gonzalo Jara que después fue rebajada y las declaraciones post-partido de los dirigidos por Sampaoli, que invitaron a los celestes a “dejar de llorar”. Todo eso llevó a la mayor parte del pueblo futbolero oriental a volcarse del lado de sus hermanos rioplatenses, aunque eso signifique pasar a compartir el liderazgo de la tabla histórica de títulos.

No obstante, la Celeste ya estuvo debajo de Argentina en esa carrera por ver quién tiene el palmarés más grande. De hecho, llegó a estar tres títulos abajo en 1959, cuando los albicelestes consiguieron su 12ª corona continental y Uruguay llevaba “apenas” nueve, que ya en ese entonces eran más que las que ganó Brasil (ocho).

Esa lectura, relacionada con lo mucho que puede demorar Chile en alcanzar a los grandes del continente, hace que varios prefieran que ganen los trasandinos. ¿Cuándo nos van a alcanzar? ¿Pasará algún día? ¿Viviremos para verlo? Probablemente la respuesta sea “nunca”, “no” y “no”.

Sin embargo, la mayoría prefiere que las vitrinas de Chile sigan esperando para ser estrenadas, y así continuar mofándose de esa falta de títulos de un país que a nivel de selección mayor tiene un podio mundialista en su Mundial de 1962, cuatro subcampeonatos de América, cinco terceros puestos y un pelotazo en el travesaño que casi elimina a Brasil de la última Copa del Mundo.