Moria Casán habló de su vida con Gabriel Rolón

Moria Casán fue la última famosa en animarse a estar "Al diván con Rolón", la entrevista que publica Clarín. Allí habló de todo, incluyendo la primera vez que se enamoró. "Fue a los 13 años. Era un sábado a la tarde (de tarde). Desde la ventana de mi cuarto vi a un chico y dije 'me enamoré, pero no de él. Yo estoy enamorada del amor'. Sentí que ese chico era el vehículo para que yo volcara mi sentimiento de experimentación".

"Siempre que pasaba me miraba, hasta que un día me habló y empezamos a salir. El primer beso se lo di a él. Durante años besaba la pared, al espejo, me encantaba besar. Probé con él en una placita en Devoto".

Agregó: "había probado tanto besar la pared, que cuando lo besé dije 'ah, esto era un chico', pero no vi lucecitas de colores. Fue besar una boca que era más caliente que un espejo y que podía tener una lengua. Me parece que en el primer beso ya metí lengua, no recuerdo mucho".

Hablaba poco con sus padres. "Tenía un mundo muy privado y fantasioso que me había armado para mí. Jugaba con una amiga a la que le hacía hacer de marido, la sometía y la pobre piba estaba podrida. Me encantaba jugar a que me moría. Ella me traía una cala que había en mi casa, me daba un beso en la frente y yo resucitaba".

"Creo que soy muy dulce. La gente me ve muy enfática, autoritaria, pero al hablar conmigo y descubrir que tengo pausas, que lo mío es el diálogo y no el monólogo, descubren cosas mías que son como de niña. Tengo una cosita como de virgen niña".

No le gusta guardar las emociones. "Les doy salida y sin fórceps. Hay una razón física por la que todo lo que entra tiene que salir, y me parece que las emociones, si te quedan en un estado de reserva, aunque sean sanas se ponen tóxicas, se pudren".

La diva ortomolecular contó que no tiene desilusiones. "Como nunca espero nada de los demás... Si viene, brutal, y si no viene, no me desilusiono tanto. Doy un changüí para que me ocurran las desilusiones, porque me voy teflonizando".

"Casi todas mis parejas me terminan odiando", expresó. "Porque no me pueden poseer. Salvo el padre de mi hija y otro hombre y dos más, todas las parejas que tuve me culpan de que quedan hechos mierda; me culpan de cosas que yo no les creo. No aguantan que sea tan buena, tan geisha. Viven conmigo una historia que ni imaginaron y después no saben cómo desarmarme. Entonces, es una lucha de poderes al cuete, porque yo nunca les planteo que soy la importante, la superior, pero evidentemente los que plantean la competencia siempre son ellos. Me encantan los hombres y no siento que tenga fracasos sentimentales, tengo experiencias sentimentales".

Dijo que: "hay una cultura machista y de cosificación, de la que me ocupé bien cuando, en el teatro de revistas, fui la primera mujer que planteó por contrato que ningún cómico podía usar mi cuerpo para rematar un chiste o para cosificarme. Fui la primera que empezó con el stand up. Yo monologaba, bajaba a la platea, le pedía permiso a la mujer y me sentaba en las rodillas de los tipos para divertirme con ellos, no de ellos. Lograba la risa y lo logro aún hoy".

¿Y las mujeres? "No me sienten como competencia, porque soy una mina leal, no puedo usurpar, usufructuar mi poder escénico para levantarme al marido de la señora que me va a ver, porque no lo siento, no me interesa, no estoy en el escenario para eso, por más que esté en bolas".

También reveló que "juega" a pelearse. "Muy pocas veces me enojé. Si tenés una pelea muy fuerte con alguien, no es que vas y lo amás en el momento. Pero no me queda ni odio ni rencor, ni me llevo a casa los deberes. Me levanto y no me acuerdo de nada. Si borré cosas tan importantes de mi vida, ¿cómo no voy a borrar una pelea de una hora que ocurre en un estudio de TV? Y si esta persona quiere tener cinco minutos de fama exprés, vamos a dársela. Yo estoy para hacer funcionar el show".